
No es fácil hilar una biografía completa sobre este violinista de Donegal, que desarrolló la mayor parte de su vida en los Estados Unidos. No en vano, algunos lo califican como uno de los fiddlers olvidados de los años 30, probablemente porque vivió a la sombra de grandes músicos como Paddy Killoran o Michael Coleman, este último supuso una gran influencia en el estilo de Gillespie.
Las pocas fuentes que hablan de él nos dicen que nació en 1906, y que vendía su violín al mejor postor para animar las alocadas noches de finales de los felices años 20. Fué también uno de los pioneros en grabar los antiguos discos de 78rpm, de los cuales están sacados los sets que componen este album editado en 1978 y luego en 1992, aunque las grabaciones originales fueron obtenidas en un periodo que va de 1937 a 1939.

Al contrario que la mayoría de músicos de su época que grababan con acompañamientos de piano, Gillespie grabó con dos guitarristas, Jack McKenna y Mark Gallahan, sus acompañamientos se oyen en estas grabaciones tan antiguas bastante mejor que en algunas otras con mucho más nombre.
Este violinista de Donegal, al que le quedó muy poco del estilo de su tierra tras contactar con sus paisanos de la costa este, nos regala el oído con una forma de tocar tremendamente rítimica, y una afinación muy lograda para la época. Es muy conocida entre los músicos su versión del reel «Master Crowley», que acompaña con el «Roscomon reel». A la mazurka que toca en el corte número cuatro se la conoce actualmente como «Gillespie´s Mazurka», aunque él la tituló como Irish Mazurka. Es muy habitual en la tradición irlandesa, dar el nombre del compositor o de algún músico famoso que tocara una melodía determinada, a aquellas de las cuales se desconoce su nombre, o cuando este pueda ser un tanto ambiguo.
Tampoco hay que perderse la pista número 16, «Dowd’s Number Nine / Jacksons», en la que exhibe particularmente su virtusismo, junto al waltz de la número 12, «Versevanna», conocido también como «Shoe the Donkey».
Estoy seguro de que haber podido oir a este señor con unos medios técnicos más acordes a su calidad como músico, habría sido toda una experiencia, a pesar de que oirlo en un disco de acetato de 78rpm, y con bastante ruido de fondo, ya lo es de por si.